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Citas

  • J-A Miller. El lenguaje aparato del goce (p 160)  

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“En el Seminario XI el goce parece responder a la alienación significante del sujeto con la forma del objeto, y es lo que Lacan llama separación. El objeto ‘a’ es esta invención de Lacan, tiene aquí, a la vez, la misma estructura elemental que el significante, pero hay una sustancia de goce, y es eso lo que mantiene la diferencia entre el objeto y el significante.”

 

 

  • Jacques Lacan, De los Nombres del padre. Ed Paidos. (P 71)

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“El objeto ‘a’ es lo que ha caído del sujeto en la angustia, es el mismo objeto que designaba como la causa del deseo.

“El año pasado me limité a la función de ‘a’ minúscula en el fantasma, donde asume la función de sostener el deseo”

“Dónde se vio una ciencia, sea esta matemática, en la que cada capítulo no remita al capítulo siguiente? ¿Esto es justificar, sin embargo, una función metonímica de la verdad? ¿No ven que a medida que  avanzaba siempre me iba a aproximando a un punto de densidad al que no hubiera podido llegar sin los pasos antecedentes?”

 

Jacques Lacan, Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Ed. Paidos

La vez pasada les hablé del concepto de inconsciente cuya verdadera función es estar en relación profunda, inicial, inaugural, con la función del concepto de Unbegriff - o Begriff del Un original, o sea el corte.

Vinculé profundamente este corte con la función como tal del sujeto, del sujeto en su relación constituyente con el significante mismo (… ) No he dejado de hacer hincapié durante mis anteriores exposiciones en la función de algún modo pulsativa del inconsciente, en la necesidad de evanescencia que parece serle de alguna manera inherente: como si todo lo que por un instante aparece en su ranura estuviese destinado, en función de una especie de cláusula de retracto, a volver a cerrarse, según la metáfora usada por el propio Freud, a escabullirse, a desaparecer. (p. 51)

 

 

 

“El análisis, más que ninguna otra praxis, está orientado hacia lo que, en la experiencia, es el hueso de lo real” (p.61)

 

 

“En primer lugar, la tyche, (…) la hemos traducido por el encuentro con lo real. Lo real está más allá del automaton, del retorno, del regreso, de la insistencia de los signos, a que nos somete el principio del placer. Lo real es eso que yace siempre tras el automaton (…) …. La función de la tyche, de lo real como encuentro -el encuentro en tanto que puede ser fallido , en tanto que es esencialmente, encuentro fallido - se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta por sí sola para despertar la atención- la del trauma.

¿No les parece notable que, en el origen de la experiencia analítica, lo real se haya presentado bajo la forma de lo que tiene de inasimilable -bajo la forma del trauma, que determina todo lo que sigue, y le impone un origen al parecer accidental? (…) En efecto, el trauma es concebido como algo que ha de ser taponado por la homeostasis subjetivizante que orienta todo el funcionamiento definido por el principio de placer. Nuestra experiencia nos plantea entonces un problema, y es que, en el seno mismo de los procesos primarios, se conserva la insistencia del trauma en no dejarse olvidar por nosotros. El trauma reaparece en ellos, en efecto, y muchas veces a cara descubierta. (p.63)

 

 

 

“Aquí es donde yo afirmo que el interés del sujeto por su propia esquizia está ligado a lo que la determina -a saber, un objeto privilegiado, surgido de alguna separación primitiva, de alguna automutilación inducida por la aproximación misma de lo real, que en nuestra álgebra, se llama objeto a.” (p. 90)

 

 

Todo esto nos hace ver que en el propio ámbito de la época en que se delinea el sujeto y en que se busca la óptica geometral, Holbein hace visible algo que es, sencillamente, el sujeto como anonadado- anonadado en una forma que, a decir verdad, es la encarnación ilustrada del menos phi - de la castración, la cual para nosotros, centra toda la organización de los deseos a través del marco de las pulsiones fundamentales.

 

 

Este cuadro es, sencillamente, lo que es todo cuadro, una trampa de cazar miradas.  (p. 95)

 

“Lo que es luz me mira, y gracias a esa luz en el fondo de mi ojo, algo se pinta (…)p 103

 

“Una observación de Caillois, cuando afirma que los fenómenos de mimetismo son análogos a nivel animal, a lo que en el ser humano se manifiesta como arte para la pintura.” p 107

 

 

 

A quien va  a ver su cuadro, el pintor da algo que, al menos, en toda una parte de la pintura podríamos resumir así: ¿Quieres mirar? ¡Pues aquí tienes, ve esto! Le da su pitanza al ojo, pero invita a quien está ante el cuadro a deponer su mirada, como se deponen las armas. Este es el efecto pacificador, apolíneo, de la pintura. Se le da algo al ojo, no a la mirada, algo que entraña un abandono, un deponer la mirada.  p 108

 

 

 

 

El objeto a es algo de lo cual el sujeto, para constituirse, se separó como órgano. Vale como símbolo de la falta, es decir, del falo, no en tanto tal, sino en tanto hace falta. Por tanto, ha de ser un objeto -en primer lugar, separable  -en segundo lugar, que tenga alguna relación con la falta. Voy a encarnar de inmediato lo que quiero decir.

A nivel oral, es la nada, por cuanto el sujeto se destetó de algo que ya no es nada para él. En la anorexia mental, el niño come esa nada. Por ese lado perciben cómo el objeto del destete puede venir a funcionar,  a nivel de la castración, como privación.

El nivel anal es el lugar de la metáfora -un objeto por otro, dar las heces en lugar del falo. Perciben así porque por la pulsión anal es el dominio de la oblatividad, del don y del regalo, Cuando uno no tiene con qué, cuando a causa de la falta, no puede dar lo que hay que dar, siempre existe el recurso de dar otra cosa. Por eso, en su moral, el hombre se inscribe a nivel anal. Y esto vale especialmente para el materialista.

A nivel escópico, ya no estamos al nivel de la demanda, sino del deseo, del deseo del Otro. Lo mismo sucede a nivel de la pulsión invocante, que es la más cercana a la experiencia del inconsciente.

De manera general, la relación de la mirada con lo que uno quiere ver es una relación de señuelo. El sujeto se presenta como distinto de lo que es, y lo que le dan a ver no es lo que quiere ver. Gracias a lo cual el ojo puede funcionar como objeto a, es decir, al nivel de la falta (-φ) --- p 110

 

 

 

 

Es evidente que la gente con la que tratamos, los pacientes, no están satisfechos, como se dice, con lo que son. Y no obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven, aún sus  síntomas, tienen que ver con la satisfacción. Satisfacen algo que sin duda va en contra de lo   que podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo les exige. No se contentan con su estado, pero aún así, en ese estado  de tan poco contento, se contentan. El asunto está justamente en saber qué es ese se que  queda ahí contentado.  p 173

 

 

 

 

 

Lo fundamental de cada pulsion es el vaivén con que se estructura (p- 185)

 

 

 

 

(…) -ese objeto que, de hecho, no es otra cosa más que la presencia de un hueco, de un vacío,  que, según Freud, cualquier objeto puede ocupar, y cuya instancia solo conocemos en la  forma del objeto perdido a minúscula. El objeto a minúscula no es el origen de la pulsión oral. No se presenta como el alimento primigenio, se presenta porque no hay alimento alguno que satisfaga nunca la pulsión oral, a no ser contorneando el objeto eternamente faltante. (p 187)

 

 

 

 

 

(…) la pulsión desempeña su papel  en el funcionamiento del inconsciente debido a que algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera, debido a la unidad topológica de las hiancias en cuestión. (p. 188)

 

 

 

 

 

 

(---) –la libido debe concebirse como un órgano, en los dos sentidos del término, órgano como parte del organismo y órgano-instrumento.

 

(…) Por el efecto de la palabra, el sujeto se realiza cada vez más en el Otro, pero con ello sólo persigue una mitad de sí mismo. ( p195)

 

 

 

(…) me atrevería a formular que cuando no hay intervalo entre S1 Y S2, -cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea, obtenemos el modelo de toda una serie de casos -    - si bien hay que advertir que el sujeto no ocupa el mismo lugar en cada caso. Por ejemplo la dimensión psicótica se introduce en la educación del débil mental, ocupa el lugar (….) respecto a ese algo a lo que lo reduce la madre –el mero soporte de su deseo en un término oscuro. (P. 245)

 

 

“Definir la hipnosis por la confusión, en un punto, del significante ideal y el ‘a’ (… ) ¿Quién no sabe que fue distinguiéndose de la hipnosis que se instituyó el análisis? Porque el mecanismo fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre la Ideal  y objeto a (...) diré: si la transferencia es aquello que de la pulsión, aparta la demanda, el deseo del analista es aquello que la vuelve a llevar a la pulsión. Y por esa vía, aísla el objeto ‘a’, lo sitúa a la mayor distancia posible del Ideal,  que el analista es llamado por el sujeto a encarnar. El analista debe abandonar esa idealización, para servir de soporte al objeto ‘a’ separador… (P. 281)

 

 

  (…) yo sostengo que con el análisis debe revelarse lo tocante a ese punto nodal por el cual la pulsación del inconsciente está vinculada con la realidad sexual (…) el peso de la realidad sexual se inscribirá en la trasferencia. (P160)

 

 

  • Jacques-Alain Miller, El hueso de un análisis, Ed. Tres Haches. (P 76)

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“El pequeño ’a’ es una unidad de goce, es una unidad discreta de goce, separable. Lo que Lacan acentúa en él no es del orden del significante, sin embargo el objeto ‘a’ conserva la forma del significante, por eso podemos decir que hay un objeto ‘a’, podemos localizarlo, enumerarlo, referirlo a la existencia; el propio Lacan hace girara a esos objetos ‘a’ en los discursos con términos significantes.”

 

 

  • Jacques Lacan, Posición del inconsciente. Escritos II. Siglo XXI

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El inconsciente es entre ello su corte en acto.

Se le encuentra gobernando dos operaciones fundamentales en que conviene formular la causación del sujeto. Operaciones que se ordenan en una relación circular, pero por ello no-reciproca.(p. 375)

(…) La alienación reside en la división del sujeto que acabamos de designar en su causa. (p.377)

(…) Separare, se parare: para guarecerse del significante bajo el cual sucumbe, el sujeto ataca a la cadena, que hemos reducido a lo más justo de un binarismo, en su punto de intervalo. El intervalo que se repite, la más radical estructura de la cadena significante (…) (p. 379)

Citas comentadas

  •  Lacan, J. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2013. Pág. 108

 

“A quien va a ver su cuadro el pintor da algo […] le da su pitanza al ojo, pero invita a quien está ante el cuadro a deponer su mirada […] Este es el efecto pacificador, apolíneo, de la pintura. Se le da algo al ojo, no a la mirada, algo que entraña un abandono, un deponer la mirada” 

Anamórfosis

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Antonela Di Lorenzo. Cartelizante. Integrante del cartel Los seis paradigmas

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El apólogo antiguo sobre Zeuxis y Parrhasios ya nos habla del arte del trampantojo (Ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve). Estos pintores griegos del Siglo V a.C compitieron para demostrar quién era el mejor artista. Cuando Zeuxis desveló su pintura de uvas, era de tal realismo que los pájaros bajaron e intentaron picotearlas. Zeuxis pidió entonces a Parrhasios que corriera la cortina que ocultaba su obra y éste reveló que era la propia cortina lo que había pintado, por lo que Zeuxis tuvo que dar la victoria a su contrincante, admitiendo que él sólo había conseguido engañar a los pájaros mientras que su oponente había engañado a un artista.

El arte del trampantojo se considera, en general, una anamorfosis cuando la pintura ofrece a la vista una imagen deforme y confusa, o regular y acabada, según desde donde se la mire.

Un ejemplo de virtuosismo de anamorfosis plana es el cuadro Los embajadores de Hans Holbein, pintado en 1533 y que se encuentra actualmente en Londres, en la National Gallery.

 

 

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Anamorfosis 1.jpg

En él aparece una figura desconcertante que, en general, el espectador no sabe identificar a qué corresponde. Bastará encontrar el punto de vista adecuado para descubrir que se trata de una calavera. La siguiente figura muestra la posición obtenida para visualizarla correctamente.

Anamorfosis 2.png

Lacan recorre la anamorfosis en el seminario 11 y, para abordar el tema, recomienda el libro del historiador del arte Jurgis Baltrušaitis, titulado Anamorfosis o perspectivas curiosas.

Baltrušaitis  toma el cuadro Los embajadores y añade que el misterio de éste se revela en dos actos. Acto primero: se produce cuando el espectador entra por la puerta principal de la sala en la que se encuentra la obra y se ubica a cierta distancia de los dos nobles. Se maravilla por el despliegue de lujo y de realismo en la pintura. De repente, nota un extraño objeto a los pies de los retratados. El visitante se acerca para tener una vista más clara. Mientras avanza, la escena se vuelve cada vez más realista; pero, al mismo tiempo, el objeto extraño se torna cada vez más enigmático. Desconcertado, el espectador decide salir de la sala por la puerta de la derecha, la única abierta, y es ahí cuando se produce el segundo acto. Cuando entra a la habitación contigua, se vuelve hacia atrás para echar un último vistazo y, en ese momento, todo se aclara: en vez del esplendor humano, ve la calavera, símbolo de la muerte, del final.

Lacan dirá que en el cuadro Los embajadores son reproducidos todos los objetos que en la época eran símbolos que representaban la vanidad, símbolos de las ciencias y de las artes. Sólo esa especie de hueso sepia, que está ahí atravesado, molesta, fastidia y no es bello de ver.

“¿cúal es ese objeto que flota, que se inclina? No pueden saberlo – y desvían la mirada, escapando así a la fascinación del cuadro […] Holbein hace visible algo que es, sencillamente, el sujeto como anonadado –anonadado en una forma que, a decir verdad, es la encarnación ilustrada del menos phi de la castración, la cual para nosotros centra toda la organización de los deseos a través del marco de las pulsiones fundamentales” 1.

Este cuadro es una trampa de cazar miradas, dice Lacan. “El singular objeto que flota en primer plano, que está ahí para ser mirado y atrapar así, casi diría hacer caer en la trampa, al que mira, es decir, nosotros” 2. Porque este cuadro se revela en el momento en que descubrimos lo que significa el objeto que flota. “Refleja nuestra propia nada, en la figura de la calavera” 3 -prototipo de un resto- .

“A quien va a ver su cuadro el pintor da algo […] le da su pitanza al ojo, pero invita a quien está ante el cuadro a deponer su mirada […] Este es el efecto pacificador, apolíneo, de la pintura. Se le da algo al ojo, no a la mirada, algo que entraña un abandono, un deponer la mirada” 4. “La pintura tiene algo de doma-mirada” 5.

En una entrevista, Antonio Di Ciaccia dice que Lacan recorre la anamorfosis porque ilustra bien el derrocamiento de la mirada que se tiene y que debería tenerse en análisis. “Cada uno de nosotros se encuentra en su propia vida como en una anamorfosis […] la “cosa” se presenta siempre en la vida como una anamorfosis. De la ‘cosa’ no se puede tener una visión directa” 6.

 

  1. Lacan, J. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2013. Pág. 95

  2. Idíd. Pág. 99

  3. Idíd. Pág. 100

  4. Idíd. Pág. 108

  5. Idíd. Pág. 116

  6. Entrevista a Antonio Di Ciaccia: Analizante de Lacan. Traducción: Natalia Paladino

-Baltrusaitis, Jurgis. Anamorphic Art. New York: Harry N. Abrams, Inc. Publishers, 1977.

-Pedro M. Cabezos Bernal, Juan J. Cisneros Vivó y Felipe Soler Sanz. Anamorfosis, su historia y evolución.

Bibliografía

  • Jacques Lacan, De los Nombres del padre. Ed Paidos

 

  • Jacques Lacan, Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Ed. Paidos 

 

  • Lacan, J , Posición del inconsciente. Escritos. Siglo XXI

​

  • Jacques-Alain Miller, El hueso de un análisis, Ed. Tres Haches.

 

  • J.-A. Miller, “La experiencia de lo Real en la cura psicoanalítica”, Ed. Paidos

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