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Citas 

  •  Jacques-Alain Miller, El lenguaje aparato de goce

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“Lacan llamó discurso a la alienación y a la separación unificados. Este es el valor de esta frase de “El reverso del psicoanálisis”: Hay una relación primaria del saber con el goce, que hay que entender como: hay una relación primaria de los significantes con el goce” p160.

“…el significante representa el goce para otro significante…”

“…el signo representa algo para alguien..”

“Por representar lo irrepresentable abre al significante a su repetición, repetición cuyo principio es el fracaso en cumplir de manera completa la representación de la que se trata” p 163

“… este paradigma reposa en la equivalencia del sujeto y el goce  (…) el punto de inserción del aparato significante es el goce (…) subrepticia sustitución  del cuerpo al sujeto (…) el significante es aparato de goce   (…) en la cadena significante se vehiculiza el goce” p 166

 

  • Jacques Lacan, Seminario XIV, “La lógica del fantasma” clase del 10 de mayo de 1967 (inédito)

“Incluso no digo ‘la política es el inconsciente’, sino nada menos que ‘el inconsciente es la política’”.

“Pero cuando piensan el goce como plus de goce, es decir como lo que colma, pero jamas colma exactamente la perdida de goce, lo que al mismo tiempo que da a gozar conserva la falta de goce, allí la lista d elos objetos ‘a’ se extiende” p 170

 

  • Jacques Lacan, Seminario XVI , De otro al otro. Ed. Paidos, p 42

"No habría discurso analítico ni revelación de la función del objeto a si el analista mismo no fuera este efecto o, aún más, este síntoma que resulta de cierta incidencia en la historia, que implica la transformación de la relación del saber, determinante para la posición del sujeto, con el fondo enigmático del goce". 

 

“…Ya despejamos el campo donde inscribir el lugar del Otro, es decir aquí, el cuerpo… (…) la marca del Otro como lugar de inscripción” p 283

“No podemos partir de ninguna huella para establecer el significante de la relación sexual. Todo se reduce a ese significante, el falo,  que justamente no está en el sistema del sujeto sino, si puede decirse asi, el goce sexual por cuanto esta fuera de sistema, o sea que es absoluto.” P 291

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  • Jacques Lacan, Seminario XVII, El reverso del psicoanálisis, Paidós, 2013, ., p 49

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“El significante no esta hecho para las relaciones sexuales” p 34

“ Lo que la histérica quiere, en el limite, que se sepa, es que el lenguaje no alcanza a dar la amplitud de lo que ella, como mujer, puede desplegar con respecto algoce. Pero lo que le importa a la histérica no es esto. Lo que le importa, e que el otro que se llama hombre sepa en que objeto precioso se convierte ella en este contexto de discurso” p 35

“La posición del psicoanalista, llego a articularla de la siguiente forma. Digo que esencialmente esta hecha del objeto ‘a’ “. P 45

“…lo que nos interesa como repetición y que se inscribe por una dialéctica del goce, es propiamente lo que va contra la vida. Si Freud se ve , de algún modo, obligado por la misma estructura del discurso, a articular el instinto de muerte, es en relación con la repetición  (…) la repetición se funda en un retorno de goce. P 48

 

En esta misma repetición, se produce algo que es defecto, fracaso. [...] lo que se repite no podría ser otra cosa que pérdida, respecto de lo repetido”

"El significante se articula representando a un sujeto ante otro significante. De ahí es de donde partimos para dar sentido a esa repetición inaugural en tanto repetición que apunta al goce" ., p 50

"Este saber muestra aquí su raíz en el hecho de que, en la repetición, y para empezar bajo la forma del rasgo unario, resulta ser el medio del goce– del goce precisamente en tanto supera los límites impuestos, bajo el término de placer, a las tensiones usuales de la vida" , p 51

"Precisamente porque se capta en la dimensión de la pérdida –algo tiene que compensar, digamos, lo que de entrada es un numero negativo– ese no sé qué que golpea, que resuena en las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir. Sólo que la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar". , p 53

(…) Y la función del objeto perdido, lo que yo llamo el objeto a, surge en el lugar de esta pérdida que introduce la repetición.  ¿Qué nos impone todo esto, sino la fórmula de que, en el nivel más elemental, el de la imposición del rasgo unario, el saber que trabaja produce, digamos, una entropía? , p 51

Tal como ubicamos, “Sólo que la de esta pérdida que introduce la repetición.  ¿Qué nos impone todo esto, sino la fórmula de que, en el nivel más elemental, el de la imposición del rasgo unario, el saber que trabaja produce, digamos, una entropía? (9)

 

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Citas comentadas

  • Lacan Seminario XVII, “El reverso del psicoanálisis”. Ed. Paidos p 51

 

“(…) Y la función del objeto perdido, lo que yo llamo el objeto a, surge en el lugar de esta pérdida que introduce la repetición.  ¿Qué nos impone todo esto, sino la fórmula de que, en el nivel más elemental, el de la imposición del rasgo unario, el saber que trabaja produce, digamos, una entropía?”

 

 

 

Algunos fundamentos de la entropía lacaniana

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Tomas Piotto. Participante EOL Sección Rosario

Algunos fundamentos de la entropia lacan

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Lacan retoma, en el fundamento del discurso psicoanalítico, el doble movimiento de Freud, quien, formado en la medicina científica de su tiempo ̶ “fisiología armada de los primeros pasos de la física, y especialmente de la termodinámica” 1-, desde el comienzo de su obra, primero hizo lugar al inconsciente que “permite localizar el deseo”. Es en el segundo tiempo de su discurso, el que abre al Más allá del principio del placer, cuando introduce una nueva función: la repetición. Y que la necesidad no es el deseo, sino el goce. Lacan plantea que en la medida que se instaura una “búsqueda de goce en tanto repetición” es que podemos plantear el “salto freudiano” en tanto que, vía la repetición, “se inscribe por una dialéctica del goce” una dimensión que va más allá de la vida (2). Este mecanismo no es una repetición de los ciclos de la vida, sino que introduce una dimensión de un ciclo “[…]que supone la desaparición de esta vida como tal” (3). El goce la desborda, entonces, lo que el principio del placer mantiene, es el límite respecto del goce. Este límite permite el retorno del goce marcado por su defecto mismo, por el límite que lo bordea. “En esta misma repetición, se produce algo que es defecto, fracaso. [...] lo que se repite no podría ser otra cosa que pérdida, respecto de lo repetido” (4). Es en este punto donde vemos surgir la función del objeto perdido.
Lacan introdujo un uso de la termodinámica muy diferente del de Freud, una termodinámica para el psicoanálisis, por la que el trabajo de la repetición, “el saber que trabaja” produce una “entropía”. El término es, en termodinámica, una función que describe el estado de desorden de un sistema, que crece cuando evoluciona hacia otro estado de desorden.
La entropía es una magnitud física que mide la parte de la energía que no puede utilizarse para producir trabajo.  En otras palabras, aunque el monto de energía permanezca invariable, una vez que se ha suscitado una transformación, ya no será posible revertirla a menos que se realice un trabajo externo sobre el sistema. La entropía es una noción que la encontramos en la segunda de las tres leyes de la termodinámica. La Primera Ley de la Termodinámica se trata de la ley de conservación de la energía, que podemos enunciar así: La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. La Segunda Ley de la Termodinámica es algo menos conocida, la enunciación más común de la Segunda Ley nos dice que la entropía de un sistema (cerrado y que no esté en equilibrio), tiende a incrementarse con el tiempo, hasta alcanzar el equilibrio.

Podemos definir la entropía como la energía no aprovechable para realizar un trabajo. Es decir, una energía que está ahí, pero que no podemos utilizar. Cualquier objeto del universo, por el mero hecho de estar a una temperatura superior al cero absoluto, tiene una energía interna, que denominamos calor. Pero para aprovechar ese calor, el objeto debe poder transferirlo a otro. Y para que esto ocurra, ese segundo objeto debe tener menor temperatura.

Esto es muy fácil de entender si pensamos en lo siguiente: imaginemos que tenemos un vaso de agua caliente, y otro de agua fría. Si mezclamos ambos líquidos, el agua fría se calentará, y la caliente se enfriará, hasta que tengamos toda el agua a la misma temperatura. Sin embargo, si volvemos a separar el agua en dos vasos, nunca, una se enfriará a costa de la otra (que se calentaría), de forma natural. Al mezclar el agua de los dos recipientes, hemos realizado un proceso irreversible. Si queremos volver a tener una diferencia de temperatura entre los vasos, necesitaremos una fuente de energía externa, para hacer pasar el calor de una a la otra. La energía concentrada en el agua caliente una vez mezclada, se encuentra desordenada y no está más disponible.

Así que podemos pensar que la Segunda Ley nos dice que el calor fluye de forma natural de los cuerpos de más temperatura, a los de menos. Y si queremos invertir ese proceso, necesitamos aplicar energía.

Una de las consecuencias de esta ley es que no existe ningún proceso de transformación de energía, 100% eficiente. En todo proceso, perderemos algo de energía, en forma de calor, que se utilizará para elevar la temperatura de algún componente de nuestra máquina, o de su entorno, y no podremos aprovechar.  En el juego de la termodinámica no se puede empatar, algo se pierde.

En la clase 3 del Seminario XVII, “El reverso del Psicoanálisis”, “Saber, medio de goce” nos encontramos con un apartado titulado “La producción de la entropía”, en dicha clase se refiere a la repetición tal como Freud la descubre en el juego “Fort-da” de su nieto.

El juego del fort–da nos muestra un mecanismo que implica una pérdida, es decir que dicho mecanismo, en su dinámica, hace que algo en relación al objeto se pierda. Este punto es lo que permite articular lo que Lacan desarrollara en este seminario sobre el concepto de repetición en su estrecho vínculo con el goce. En este momento la repetición es de goce y el goce se ubica más allá del principio de placer. Lacan dirá en estos pasajes que el goce va en contra de la vida, que es un retorno a lo inanimado.

Lacan hace referencia a Kierkegaard aludiendo que la repetición conlleva un fracaso. El fracaso al que se refiere Lacan está vinculado con el segundo viaje que Kierkegaard realiza a Berlín, relatado en su libro La repetición, Lacan plantea que, como ya mencionamos, "[…] lo que se repite no puede estar más que en posición de pérdida con respecto a lo que es repetido" (5). Aquí, toma de la física el concepto de entropía, para dar cuenta de que la repetición de goce funciona como un mecanismo de pérdida. Se ve cómo, en esta dirección, articula la noción de objeto perdido en Freud con el objeto a. Y a su vez, refuerza el carácter fundamental del rasgo unario, asociándolo a la marca significante. En este momento la formalización de la repetición le permite a Lacan unir al significante con el goce y así formular el significante como aparato de goce.

"El significante se articula representando a un sujeto ante otro significante. De ahí es de donde partimos para dar sentido a esa repetición inaugural en tanto repetición que apunta al goce" (6). De esta forma, el rasgo unario es la marca a repetir en la cadena significante, pero no es puramente significante, sino que es soporte de goce, en la medida en que inscribe una pérdida de goce bajo la forma del Uno: "Este saber muestra aquí su raíz en el hecho de que, en la repetición, y para empezar bajo la forma del rasgo unario, resulta ser el medio del goce– del goce precisamente en tanto supera los límites impuestos, bajo el término de placer, a las tensiones usuales de la vida" (7). Entonces, la repetición instala una pérdida, y lo que va al lugar de esa pérdida es el objeto a, que a su vez motoriza este mecanismo. Resaltando así la doble función del objeto a, como causa y como perdida, plus de goce. El objeto a como causa, está articulado a la repetición en torno a la búsqueda del objeto perdido por estructura y el objeto a como plus de goce indica que la repetición está al servicio de la recuperación de goce. Esta última conceptualización está alineada con lo enunciado por Lacan en el Seminario 17, que marca una nueva lógica en relación a la repetición ligada al goce. "Precisamente porque se capta en la dimensión de la pérdida –algo tiene que compensar, digamos, lo que de entrada es un numero negativo– ese no sé qué que golpea, que resuena en las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir. Sólo que la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar". (8)

(…) Y la función del objeto perdido, lo que yo llamo el objeto a, surge en el lugar de esta pérdida que introduce la repetición.  ¿Qué nos impone todo esto, sino la fórmula de que, en el nivel más elemental, el de la imposición del rasgo unario, el saber que trabaja produce, digamos, una entropía? (9)

Tal como ubicamos, “Sólo que la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar.”

Esta aseveración puede leerse en el discurso Amo, discurso del inconsciente.

Lo que por una parte se revela como verdad del Amo (su castración, “lo que de entrada es un número negativo”, una falta en ser), produce al mismo tiempo una compensación, que toma la forma de una producción de entropía (goce) en el lugar del objeto a como plus de gozar.  El goce fantasmático, como insistencia del S1, viabiliza este aumento que podemos denominar sufrimiento.

La puesta en orden del significante -su concatenación-, y la producción de saber resultante en la forma de un efecto de significación, al mismo tiempo que instaura la falta en ser propia del sujeto evanescente del inconsciente, da lugar a un aumento del sufrimiento en otro lugar: el cuerpo.

Entonces, si la producción de saber (articulación de un S1 a un S2) tiene como efecto el aumento en la entropía, es decir, el incremento del sufrimiento, la práctica analítica clásica, si podemos llamarla así, debe ser revisada.

El discurso analítico, que tiene como agente al analista en posición de objeto a, está destinado a detener la incesante producción de goce concomitante al trabajo del inconsciente mediante la introducción de un corte, de una hiancia, que aísle, que recorte al S1 de la cadena impidiendo así la significación y sus efectos entrópicos.

 

1 Lacan, J., El Seminario, libro XVII, El reverso del psicoanálisis, Paidós, 2013, p. 48.
2 Ibid., p. 48
3 Ibid., p. 48
4 Ibid., p 49
5 Ibid., p 49
6 Ibid., p 50
7 Ibid., p 51
8 Ibid., p 53
9 Ibid., p 51
Referencias: “Judith, guía de lectura de Lacan, por Eric Laurent”, publicado en http://www.eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cero-758.pdf

  • Lacan, J., Radiofonía en , Paidós, Bs. As., 2012, p. 426

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“El signo supone el alguien a quien hace signo de algo.”

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La orientación por el signo

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Tomás Verger. Participante de la EOL Sección Rosario

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La experiencia analítica pone de relevo dos dimensiones propias de la vida humana: aquellas correlativas al sentido, y aquellas que podemos situar, justamente, fuera de sentido. De lo que respecta al primer campo mencionado, es factible ubicar que el sentido surge de la articulación significante, con la condición de la presencia de un punto de capitón que permita, retroactivamente -après-coup-, la emergencia de este.

Del signo saussureano, luego de realizar la inversión de sus términos, Lacan importará la noción de significante haciendo notar la primacía del mismo. La definición conocida, un significante es lo que representa un sujeto para otro significante, permite decir que el sujeto se encuentra alienado en términos simbólicos, pero al mismo tiempo, que no hay la representación última que dé cuenta de él.

Ahora bien, esta noción ha ido presentando modificaciones. En el primer paradigma, la emergencia de determinados significantes daba lugar al franqueamiento del eje imaginario, mientras que en el segundo, la Aufhebung llevada a cabo por Lacan, tendió a intentar trasponer el goce vía el carácter metabólico de esta operación. En el tercero, la disyunción radical entre significante y goce daba lugar a un goce equivalente a lo real. En el cuarto, encontramos una alianza entre significante y goce que delinean un circuito pulsional que, partiendo del propio cuerpo, pasa por el Otro y retorna sobre el primero. La pregunta en torno a qué sucede entre el significante y el goce cobra en el quinto paradigma una modalidad que realza la repetición de goce. Es entonces que se evidencia que “al representar el goce, el significante falla tanto como el significante que representa al sujeto…”(1). No hay referencia directa: el significante, en el movimiento mismo en el que intentar representar, falla. De algún modo, esto ya está presente en el cuerpo, en el recorrido mismo del vector que retorna sobre el propio cuerpo, el cual no deja de presentar un carácter autoerótico.

Ahora bien, Miller hará referencia al signo y a su vez, a Pierce. La formulación de Lacan de significante presenta una circularidad que desemboca en la tautología de “definir al significante por el significante…”(2), movimiento que incluye la repetición. Decanta de esto un significante que no se encadena al sentido, que no llama al desciframiento. La definición de signo que menciona Lacan El signo representa algo para alguien, estuvo siempre en el horizonte de sus elaboraciones. Vayamos a Radiofonía. Lacan definirá allí la semiótica como “toda disciplina que parta del signo tomado como objeto, pero para señalar que ahí radica lo que hacía obstáculo a la aprehensión del significante como tal.”(3) Y aquí presentará la formulación con una sutil diferencia: “El signo supone el alguien a quien hace signo de algo.”(4) Intentemos desplegar esto a través de un recorrido por la lingüística y la lógica en tanto disciplinas y luego, cómo esto es posible de ser constatado clínicamente.

La pretensión de Saussure que se puede extraer de sus desarrollos, trata de responder a la pregunta de cómo una lengua significa, cómo produce un sentido que se desprenda del querer decir propio de la enunciación. Estamos confrontados a partir de esta pretensión a la semántica y a la fundación del sistema semántico caracterizado por la clausura propia de la propuesta de Saussure.  Digamos también que se trata entonces de la producción de un sentido que responde al querer significar. Recordemos que en el esquema saussureano el significante es unido al significado. Hay una “simbiosis tan estrecha”(5) que en toda circunstancia la imagen acústica –o la materia fónica/sonora- es evocada junto al concepto. Es una suerte de traducción constante del sustrato sonoro. Ahora bien, el pasaje por Pierce es necesario. “La teoría general de los signos fue vislumbrada por John Locke, pero el verdadero nacimiento de esta teoría se produce en dos sitios diferentes.”(6) Benveniste propondrá leer a la par a Saussure y a Pierce, Europa y Estados Unidos hacia finales del siglo XIX y principios del XX. En el álgebra universal de las relaciones de Pierce, la división general de los signos incluye por ejemplo la clasificación a partir de las relaciones con el objeto, entre la cual encontramos al índice. Este es “un signo que tiene con el objeto un vínculo de indicación.”(7) Nuevamente pesquisamos aquí una suerte de tautología como anteriormente señalábamos en torno al significante.

Hagamos entonces la distinción de dos vertientes: la vertiente del significante en extensión, que llama a un segundo significante y por otro lado, en la indicación hay la vertiente que da cuenta de una relación de intensión, intensión entendida como cierta inmanencia, que no se articula a otro.

Retomemos ahora la definición lacaniana. Si el significante es lo que representa a un sujeto para otro significante y no –evidentemente- para alguien, es porque el sujeto no puede ser aprehendido como tal por alguien. En la sutil definición Lacan coloca el alguien por delante que estorba en la lectura debido a que en el signo se trata de una intención supuesta que no se articulará al significante. Dirá en Televisión, que se trata de lo real de la estructura. El signo al no articularse a otro, requiere de alguien que haga de soporte. Precisemos que si a la altura del paradigma 3, el goce era equivalente a lo real, en Televisión, Lacan presentará una equivalencia entre el significante y el goce.

Ahora entonces tomemos esto en cuanto a la clínica. La interpretación elemental es un elemento de significación con reiteraciones y cerrado a toda composición dialéctica. Esta paráfrasis del Sem. III permite ubicar una forma de presentación del padecimiento. Aquel sujeto presentado a comienzos del Sem.  demuestra que todo se le ha vuelto signo, que el auto rojo ha pasado por allí por algo, es decir que todo guarda sentido. Cuando algo se vuelve signo para alguien, se pesquisa una significación que no puede articularse en la vertiente del sentido, que vuelve sobre sí misma, y que devela un vacío de significación. Por esta razón, lo que a un sujeto se le torna enigmático provocará el relanzamiento de un intento de ciframiento ilimitado que explica lo que Lacan nos enseñó, que el enigma es efectivamente el colmo de sentido.

La indicación de Lacan consiste en el que el psicoanalista debe estar advertido del signo. Es quizás que podemos conjugar este señalamiento con el pasaje de sus Escritos que precisa que una certidumbre alcanza un peso proporcional al vacío enigmático que se presenta para el sujeto, allí donde se emplaza la significación misma.(8) Allí donde se localiza un vacío de significación, es el punto del cual conviene, en la medida de lo posible, alejar a un sujeto. Este vacío enigmático podrá dar lugar a la emergencia de una certeza correlativa de una significación que no puede ser dialectizada. Para decirlo en otros términos, hacer hablar no necesariamente hace bien.

La distinción entre significante y signo es crucial para orientarse en la clínica. Confundir el signo y el significante implica el riesgo de empujar a un desenganche o a un desencadenamiento con incluso, complicaciones transferenciales. Si ante la duda, siempre es una psicosis, ¿podemos decir también que ante la duda se trata siempre de un signo que no necesariamente es factible de ser dialectizado?

 

 

  1. Miller, J.-A., Los paradigmas del goce en El lenguaje, aparato de goce, Diva, Bs. As., 200, p.161

  2. Miller, J.-A., Los paradigmas del goce en El lenguaje, aparato de goce, Diva, Bs. As., 2000, p.161

  3. Lacan, J., Radiofonía en Otros escritos, Paidós, Bs. As., 2012, p. 426

  4. Lacan, J., Radiofonía en Otros escritos, Paidós, Bs. As., 2012, p. 426

  5. Benveniste, É., Naturaleza del signo lingüístico en Problemas de lingüística general I, S. XXI, 1997, p. 51

  6. Benveniste, É., Segunda lección -09/12/68- en Últimas lecciones en el Collège de France 1968-1969, S. XXI, 2014, p. 76

  7. Benveniste, É., Segunda lección -09/12/68- en Últimas lecciones en el Collège de France 1968-1969, S. XXI, 2014, p. 78

  8. Lacan, J., De una cuestión preliminar…, en Escritos II, Siglo XXI ed., 2008, p. 516

Bibliografía

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