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Citas 

  • J-A Miller; El lenguaje aparato del goce; Buenos Aires; Diva; 2000

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“Esencialmente es el borramiento del goce por el significante que aparece en este paradigma que está condicionado por el modelo de la tachadura, que pone de relieve el efecto de sublimación, la Aufhebung. Es lo que se repite en el trazado que va del goce a la castración en el grafo del deseo. El significante anula el goce y lo restituye con la forma de deseo significado.”(p 149)

“El gran momento de este paradigma, es el momento del falo, cuyo estatuto de imagen, que lo distingue ya del órgano, se desplaza para privilegiar su estatuto simbólico (…) vemos a Lacan desplazar las líneas hasta llegar al falo como significante” (p 148)

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  • Lacan, J.; La relación de objeto; Seminario IV; Paidos; 1999

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Me bastara con puntuar la concepción clásica, fundamental, freudiana, de la fobia (...)Hay, (…), una distancia considerable entre el miedo en cuestión, (…) . El objeto encierra al sujeto en determinado círculo, una muralla, donde se protege de los miedos. Está esencialmente vinculado con el resultado de una señal de alarma.(…) El miedo le da su papel al objeto en determinado momento de cierta crisis del sujeto (…) Lo introduzco hoy para mostrarles que, si lo consideramos en la perspectiva de la relación de objeto, resulta que el fetiche cumple en la teoría analítica una función de protección contra la angustia, y, cosa curiosa, la misma angustia, es decir, la angustia de castración. (…) No puede pasarles desapercibido que, también en este caso, el objeto tiene cierta función de complemento con respecto a algo que se presenta como un agujero, incluso como un abismo en la realidad. La cuestión es saber si el objeto fóbico y el fetiche tienen algo en común. (p22)

 

“El objeto se presenta de entrada en una búsqueda del objeto perdido. El objeto es siempre el objeto vuelto a encontrar, objeto implicado de por si en una búsqueda, opuesto de la forma más categórica a la noción del sujeto autónomo, conclusión a la que lleva la idea del objeto culminante.(p 28)

‘’ Nada se explica en la experiencia analítica sin este esquema fundamental. Este esquema supone que lo que es significante de algo puede convertirse en todo momento en significante de otra cosa, y todo lo que se presenta en la apetencia, la tendencia, la libido del sujeto, está siempre marcado por la impresión de un significante —lo cual no excluye que haya tal vez alguna otra cosa en la pulsión o en la apetencia, algo que de ningún modo está marcado por la impresión del significante. El significante se introduce en el movimiento natural, en el deseo o en la demand, término al que recurre la lengua inglesa como expresión primitiva del apetito, calificándolo como exigencia, aunque el apetito no este de por si marcado por las leyes propias del significante. Así, puede decirse que la apetencia se convierte en significado’’, p.50

 

 ‘’ Lo que ahora estoy poniendo en el principio de la experiencia analítica es la noción de que hay significante ya instalado y ya estructurado. Ya hay una central construida y en funcionamiento No la han hecho ustedes. Esta central es el lenguaje, en funcionamiento desde hace tanto tiempo como puedan ustedes recordar. Literalmente, no pueden recordar más allá, me refiero a la historia de la humanidad en su conjunto Desde que hay significantes en funcionamiento, los sujetos están organizados en su psiquismo por el propio juego de esos significantes.’’ p, 52

‘’ Lejos de ser armónica, la relación de la madre con el niño es doble, con, por una parte, una necesidad de cierta saturación imaginaria y, por otra parte, lo que pueden ser en efecto las relaciones reales y eficientes con el niño, en un nivel primordial, instintivo, que en definitiva resulta ser mítico. Para la madre, siempre hay algo que permanece irreductible en todo esto. A fin de cuentas, si seguimos a Freud, diremos que el niño como real simboliza la imagen. Más precisamente—el niño como real ocupa para la madre la función simbólica de su necesidad imaginaria—están los tres términos.

(…) Esta imagen fálica, el niño la capta en él, y ahí interviene lo que es propiamente la relación narcisista. (…) ¿Cómo se inscribe entonces el reconocimiento de este tercer término imaginario que es el falo para la madre? Más aún, la noción de que a la madre le falta ese falo, que ella misma es deseante, no sólo de algo distinto de él, sino simplemente deseante, es decir, que algo hace mella en su potencia, será para el sujeto lo más decisivo.’’ (p.73)

 ‘’ Con el fantasma, nos encontramos ante algo semejante [a la perversión } que fija, reduce al estado de lo instantáneo el curso de la memoria, detenido así en aquel punto llamado recuerdo pantalla. Piensen en un movimiento cinematográfico que se desarrolla rápidamente y se detiene de pronto en un punto, inmovilizando a todos los personajes. Esta instantaneidad es característica de la reducción de la escena plena, significante, articulada entre sujeto y sujeto, a lo que se inmoviliza en el fantasma, quedando este cargado con todos los valores eróticos incluidos en lo que esa escena había expresado —ahora es su testimonio y su soporte, el ultimo soporte que queda.’’ (p. 121)

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  • Lacan, J.;Las formaciones del inconciente; Seminario V; Paidos; 1999

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‘’ ¿De qué se trata en la metáfora paterna? propiamente, es en lo que ha sido constituido de una simbolización primordial entre el niño y la madre, poner al padre, en cuanto símbolo o significante, en el lugar de la madre. Veremos qué quiere decir este en el lugar de que constituye el punto central, el nervio motor, lo esencial del progreso constituido por el complejo de Edipo.”  (p.186)

 

‘’ Desde esta primera simbolización en la que el deseo del niño se afirma, se esbozan todas las complicaciones ulteriores de la simbolización, pues su deseo es deseo del deseo de la madre. En consecuencia se abre una dimensión por la cual se inscribe virtualmente lo que desea objetivamente la propia madre en cuanto ser que vive en el mundo del símbolo, en un mundo donde el símbolo está presente, en un mundo parlante. Aunque sólo viva en él de forma parcial, aunque sea, como  a veces sucede, un ser mal adaptado a este mundo del símbolo, o que ha rechazado algunos de sus elementos, esta simbolización primordial le abre a pesar de todo al niño la dimensión de algo distinto, como se suele decir, que la madre puede desear en el plano imaginario.’’ (p 188)

 

“¿Qué es lo especifico del caso del obsesivo? El caso del obsesivo pende de la formación precoz, en este horizonte de la demanda, de lo  que hemos llamado la demanda de muerte .Demanda de muerte no es pura y simplemente tendencia mortífera. Se trata de una demanda articulada (….)   Es que el sujeto, al ser un sujeto hablante, y únicamente por esta razón, no puede herir al Otro sin herirse él mismo, de manera que la demanda de muerte es la muerte de la demanda.

  (…) ¿Cómo no quedarse  asombrado y estupefacto cuando se ve , en efecto, si se sabe leer, que el significante falo resurge en todos los puntos de la fenomenología del obsesivo? Nada permite concebir esta polipresencia del falo en distintos síntomas, salvo su función como significante. “ (p 510)

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  • Lacan, J.; El deseo y su interpretación; Seminario V; Paidos; 2014

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“¿Qué es realizar su deseo? (….)  Ya no sólo se trata de la función del objeto tal como intenté articularla hace dos años, ni tampoco la del sujeto, acerca de la cual este año intenté mostrarles que, en el punto clave del deseo, se distingue por un desvanecimiento del sujeto, en la medida en que èl ha de nombrarse.” ( p 459)

(…) cual debe ser nuestro comportamiento, en el análisis,  con respecto al deseo (…) podemos atraparlo por la cola, a saber, en el fantasma. El sujeto, en la medida en que desea, no sabe dónde está situado con respecto a la articulación inconsciente, es decir, con respecto a ese signo, a esa escansión, que él repite en tanto que inconsciente. ¿Dónde está el sujeto como tal? ¿Está en el punto donde desea? El objetivo de mi articulación de hoy es mostrarles que el sujeto no está en el punto donde desea, sino que está en algún lugar del fantasma y que de  eso depende toda nuestra conducta en la interpretación”.  (p.460)

Citas comentadas

  • Lacan, J., Instancia de la letra… en Escritos I, Ed. Siglo XXI, Bs. As., 2007, p. 495 

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  “Es la conexión del significante con el significante”

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La pareja metáfora metonimia

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Tomas Verger. Participante de la EOL Sección Rosario

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Crucifixión - Pablo Picasso (1930)

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El segundo paradigma propuesto por Jacques-Alain Miller es el paradigma de la significantización del goce. Este da cuenta de la estructuración de las pulsiones en términos de lenguaje. Esto implica articulación, por ende, incluye a las dos grandes vertientes de la articulación del lenguaje: la metáfora y la metonimia. Esto es planteado así por Lacan en la clase del Seminario IV titulada “Me dará una mujer sin descendencia”. Si bien aquí nos encontramos en junio del año 1956, rastreemos algunas referencias anteriores en una suerte de genealogía de estas dos vertientes.

Para comenzar, cabe decir que la pareja metáfora/metonimia, es introducida de esta manera por Lacan, por primera vez, hacia finales de su Seminario III. Hasta este momento, la metáfora había sido presentada de un modo más bien genérico. Lacan no había explicitado las leyes del lenguaje aún; se trataba de las leyes de la palabra. Esta última implicaba una presencia hecha de ausencia.

Lacan recurrirá al texto de Roman Jakobson “Dos aspectos del lenguaje y dos tipos de trastornos afásicos”[1] para explorar estas dos vertientes en su Seminario III. Planteará una oposición entre metáfora y metonimia, vinculará la primera con lo que Freud denominaba condensación y la segunda, con lo que Freud denominaba desplazamiento. Esto en cuanto a los mecanismos del inconsciente. Ahora bien, dirá que “la metonimia es inicial y hace posible a la metáfora”[2], y a su vez, agregará que la metonimia es esa sub-estructura siempre oculta y que es condición de toda investigación posible de los trastornos funcionales del lenguaje en la neurosis y en la psicosis.[3] Destaquemos que en este Seminario, Lacan se referirá a la “transferencia de significado”[4] debido a la estructura del significante, es decir que la relación entre significante y significado es dialéctica[5], para decirlo en otros términos. Una significación siempre remite a otra significación. Este es el esquema que se pesquisa en este momento en Lacan, esquema metonímico que ya nos coloca frente a la razón del carácter inicial de la metonimia.

Ya en la segunda clase del Sem. III dedicada a la pareja en cuestión dirá lo que formalizará más precisamente es La instancia de la letra…: “La articulación formal del significante es dominante respecto a la transferencia del significado”. [6]

En el escrito del año 1957 encontramos su célebre cita comentada ya por Jacques-Alain Miller en Donc, en torno a la metonimia. “Es la conexión del significante con el significante la que permite la elisión por la cual el significante instala la falta de ser en la relación de objeto, utilizando el valor de remisión de la significación para investirla con el deseo que apunta hacia esa falta a la que sostiene.”[7] Elisión significa, no solamente supresión, sino que a su vez, significa malograr, desvanecer una cosa, definición que interesa particularmente si de este paradigma se trata. El efecto de negativización propio del lenguaje da cuenta de un objeto al que no se hace referencia sino en su condición de perdido. Hay una remisión incesante de significaciones, estructura sobre la que se desliza el deseo. Por esta razón el deseo no es la proyección de la libido del yo sobre ciertos objetos sino que es el efecto de la estructura misma de remisión propia del orden simbólico. Esto concluirá en el deseo conceptualizado como la metonimia de la falta en ser.

Si la metonimia es utilizada para la conceptualización del deseo, el síntoma será ilustrado vía la metáfora, en un movimiento fundamental de este paradigma. El propio ejercicio de todo significante transforma la forma en la que se manifiesta la necesidad, y se tratará de la creación de un sentido distinto de aquel de la necesidad, es decir que hay producción de un sentido nuevo. El síntoma así presentado por Lacan da cuenta del mecanismo de represión freudiano.

Ahora bien, la pregunta que podemos hacernos es qué relación hay entre estas dos vertientes si es que efectivamente la hay. Lacan transforma el algoritmo de Saussure y propone que la metáfora da cuenta de un advenimiento de significado, mientras que la metonimia es más bien una supresión, producto de la elisión del significado. La estructuración de ambas tiene lugar en el Seminario IV. El caballo es el significante metafórico del Nombre del Padre, en la lectura lacaniana del caso Juanito, en su versión de Ersatz, y el fetiche se erige como metonimia del falo materno. De una clínica centrada en el deseo de reconocimiento, se ha pasado a una clínica centrada en el falo. El primer objeto es el falo, que se caracterizó en sus inicios por ser metonímico y que revela una falla en la operación paterna. Esta última, es una operación primordialmente metafórica que será presentada como la operación que dé lugar a la mortificación del goce significable para ser elevado a la dignidad de significante. Presentémoslo como Lacan lo hará en su Seminario V: el Deseo de la Madre, significante del Otro primordial, viene a ser barrado por el significante Nombre del Padre dando lugar a la emergencia de significación fálica.

La posibilidad de borramiento es una propiedad radical del significante. Ahora bien, ¿a dónde fue a parar la libido evidenciada en el registro imaginario en el paradigma anterior? En términos freudianos podríamos preguntarnos de igual manera, ¿hay mociones pulsionales que no son reabsorbidas en los procesos de trasposición?

El límite se sitúa en La significación del falo, escrito en el cual Lacan intentará hacer entrar bajo la égida del falo, aquí ya como significante privilegiado, “la libido o el deseo”[8] nos recuerda Jacques-Alain Miller. Es aquí que podemos declinar, anticipándonos, una afinidad entre la metonimia y lo libidinal (o el goce). Es decir, el deslizamiento metonímico hace objeción a la operación metafórica poniendo de relieve, eso, que es inatrapable por el significante en su intento de negativización.

Concluyamos entonces con esta pregunta: si “hay todavía otra satisfacción, que se relaciona esta vez con el deseo en tanto que circula como el significado bajo el significante. Es la satisfacción pura de la metonimia. De ahí la noción de deshacer las identificaciones que obstaculizan el libre curso del deseo y, especialmente, la identificación fálica”[9]. ¿Es la metonimia leída en estos términos, lo que hace objeción a la misma operación metafórica anticipando una satisfacción que no es meramente de orden fálico?

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Referencias bibliográficas:

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1. Jakobson, R., Dos aspectos del lenguaje…, Ayuso, Madrid, 1973

2. Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III, Paidós, Bs. As., 2009, p. 327

3. Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III, Paidós, Bs. As., 2009, p. 331

4. Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III, Paidós, Bs. As., 2009, p. 325

5. Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III, Paidós, Bs. As., 2009, p. 320

6. Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III, Paidós, Bs. As., 2009, p. 329

7. Lacan, J., Instancia de la letra… en Escritos I, Ed. Siglo XXI, Bs. As., 2007, p. 495

8. Miller, J.-A., Donc, Paidós, Bs. As., 2011, p. 336

9. Miller, J.-A., Los seis paradigmas del goce en “El lenguaje aparato del goce”, Colec. Diva, Bs. As., 2000, p. 149

  • Lacan, J. en La dirección de la cura…, en Escritos II, Siglo XXI ed., 2008, p. 566

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"La interpretación, para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, debe introducir en la sincronía de los significantes que allí se componen, algo que bruscamente haga posible su traducción, -precisamente lo que permite la función del Otro en la ocultación del código, ya que es a propósito de él como aparece su elemento faltante.”  

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El borramiento o la anulación del goce

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Tomas Verger. Participante de la EOL Sección Rosario

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El segundo paradigma es el paradigma de la significantización del goce. Este paradigma, que tiene su auge hacia finales de la década de los años 50, se define a partir del “borramiento del goce por el significante”[1]. Podemos decir que este paradigma pretende en extremo, el asesinato absoluto de la Cosa vía el significante. ¿Cómo leer esto? Vayamos a Lacan.

“La interpretación, para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, debe introducir en la sincronía de los significantes que allí se componen, algo que bruscamente haga posible su traducción, -precisamente lo que permite la función del Otro en la ocultación del código, ya que es a propósito de él como aparece su elemento faltante.”[2]

Esta cita del año 1958 permite pesquisar cómo vía la interpretación-traducción se descifraría el sentido reprimido e inconsciente que presenta el síntoma. En otros términos, podríamos decir que un S2 vendría a establecer una puntuación en la elaboración del sujeto en la sesión analítica. Esto daría lugar a un esclarecimiento del sentido reprimido con lo que se reabsorbería el goce implicado en el síntoma.

Podemos ubicarlo en Freud. En su análisis del caso del Hombre de las ratas, él situará una mésalliance entre el contenido de la representación y el afecto. Para Freud en este momento de su obra, el afecto no podía no estar enlazado a una representación, por lo que la representación torturante permanecía inconsciente mientras que, la representación de contenido nimio afloraba para el sujeto con un monto de afecto evidente que era experimentado como sentimiento de culpa. Esta conceptualización freudiana responde a la lógica de la cura planteada por Lacan hacia finales de la década del 50. El desciframiento de los significantes inconscientes iría en contra del mecanismo de represión y por lo tanto permitiría una liberación del sentido aprisionado. Esto traería aparejado el consecuente alivio sintomático. Cabe resaltar que el goce, para decirlo en términos lacanianos, o el monto de afecto, para expresarlo en términos freudianos, estaba ligado al significante. Tanto Freud como Lacan, en lo que a sus elaboraciones respecta, se toparán ambos con un monto de afecto que no se liga a ningún significante.

Referencias:

1. Miller, J.-A., en Los seis paradigmas del goce, en

 

El lenguaje aparato de goce, Colección Diva, Bs. As., 2000, p. 143

2. Lacan, J. en La dirección de la cura…, en Escritos II, Siglo XXI ed., 2008, p. 566

Bibliografía

  • Lacan, J., Las Psicosis, El Seminario Libro III,

 

  • Lacan, J., Instancia de la letra… en Escritos I, Ed. Siglo XXI, Bs. As., 2007, p. 495

 

  • Lacan, J. en La dirección de la cura…, en Escritos II, Siglo XXI ed., 2008, p. 566

 

  • Lacan, L. Seminario 5, Las formaciones del incosnciente. Ed Paidos

 

  • Lacan, L. Seminario 6, El deseo y su interpretación. Ed. Paidos

 

  • Lacan, J, Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis. Escritos. Siglo XXI

 

  • Miller, J.-A., Donc, Paidós, Bs. As., 2011, p. 336

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