Irene Kuperwajs (AE 2019-2022)
Miller plantea en su primer paradigma del goce que en una primera época Lacan sostiene la “imaginarización del goce”1, goce libidinal que pareciera no tener relación con lo simbólico. Será en su segundo movimiento que Lacan pasará a mostrar su simbolización. Es un goce imaginario que no procede del lenguaje, ni de la palabra ni de la comunicación. No procede del sujeto. Se trata del espejo a-‘a, del yo narcisista que constituye esa “enorme reserva imaginaria” que también sirve de material al síntoma.
Lacan plantea tempranamente una función de desconocimiento del yo ligada a la locura. El yo delira, creer en el yo es otro o en el yo=yo , este es el desconocimiento, un delirio de identidad en el que se pone al otro fuera de sí. Implica de alguna manera la forclusión del Otro, se cree que la identidad no pasa por el Otro2 . Como sabemos, es desde nuestra falta en ser constitutiva que buscamos completarnos y obturar la falta. El yo cubre la castración imaginaria así como también lo hacen los efectos de sentido que el mismo lenguaje produce o las identificaciones.
Este yo = yo se transforma por ejemplo en creerse el falo imaginario de la madre con variadas graduaciones que podemos encontrar en la clínica. La locura imaginaria o desarreglos imaginarios en el cuerpo, se muestran como manifestaciones clínicas de ese goce efecto de la falla o ruptura de la simbolización.
Sabemos que los seis paradigmas son un modo de ubicar en los distintos momentos de la enseñanza de Lacan la doctrina del goce. Momentos que nos siguen enseñando y no se anulan sino que se van complejizando
Me parece interesante destacar que el final de análisis que se corresponde con este paradigma está atravesado por la influencia de Hegel, por lo tanto sostiene al comienzo un fin de análisis del lado de la realización del ser. Luego encontramos por ejemplo en “Variantes de la cura tipo” (1955) que plantea el final como un itinerario del narcisismo, van cayendo las figuras de la conciencia como máscaras de la muerte que se develan al final sosteniendo la imagen narcisista. Volver a los orígenes del yo, atravesar el narcisismo y subjetivar la muerte3. Será en el siguiente paso que Lacan va a hablar del sujeto mortificado por el significante y el final en la perspectiva de la desidentificación fálica y la asunción de la falta en ser.
A lo largo del análisis podemos ceder y reducir ese goce yoico imaginario. No nos quedamos en el espejo ni perdidos en el laberinto de las identificaciones. Asumir la castración queda del lado de un final universal. Concebir el final de la experiencia en la perspectiva de lo singular y la satisfacción alcanzada se nutre de la doctrina del goce y del síntoma que Lacan plantea en su última enseñanza.
1.Miller J-A., La experiencia de lo real, Paidós, BsAS, 2003, p.221
2.Miller J-A., Donc, Paidós, BsAS, 2011, p.115
3.Kuperwajs I., “El pase antes del pase…y después”, Grama, BsAs, 2019,p.60
Septiembre 2020
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