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Una pregunta a... Florencia Bojanich*

*Florencia Bojanich. Participante EOL Sección Rosario




¿Qué incidencia le parece que ha tenido en la clínica el paradigma II La significantización del goce?

“Los seis paradigmas son fotogramas simplificados previstos para intentar recomponer, por el efecto de la superposición acelerada, el movimiento que anima la enseñanza de Lacan en cuanto a la doctrina del goce”. Así comienza J-A Miller y propone una sesión de cine.

Intentando entender por qué utiliza esa metáfora, fui a google a buscar “fotograma”: es una imagen cinematográfica considerada aisladamente. Cuando los fotogramas pasan por el proyector a una cierta frecuencia, se produce el efecto visual que hace que se perciban en continuidad, como si fuesen una unidad. Entonces, la unidad de la doctrina es efecto, après coup, de la lectura que hace Miller.

Leyendo, surgió asociativamente otro significante: “Cinemascope”. Sin saber tampoco su definición fui a buscarla y me encontré con lo siguiente: es una técnica cinematográfica que consiste en comprimir lateralmente las imágenes en el rodaje, ampliando el campo visual, de modo que al proyectarlas sobre pantallas panorámicas recuperan sus proporciones, pero agrandadas y con la sensación de mayor perspectiva.

Creo que vale la asociación, y se me ocurrió lo siguiente: Miller recompone el movimiento. Y nosotros, en el marco de este curso, y en este blog, intentaremos descomponerlo para su estudio y recuperarlo para su transmisión, desde otra perspectiva.

En este paradigma, todo es significante y el significante se define porque mortifica al goce. El sujeto está barrado, dividido por el significante. Es decir que cuando el sujeto comienza a hablar, es hablado por el Otro, entonces el Otro ha mortificado su goce de viviente porque quedó sometido al discurso del Otro. Es algo del orden de la muerte de lo vivo. Lacan da el ejemplo del pez que se traga el anzuelo. Cuando el sujeto se traga el anzuelo, ya lo tiene clavado.

Es el borramiento del goce que está condicionado por el modelo de la tachadura. El grafo, si bien es del deseo, permite representar este efecto del significante sobre el goce. En el S(A/) aparece el agujero (primera versión del “no hay relación sexual”) y debajo del S(A/) se ubica la fórmula del deseo. A esta altura de la enseñanza de Lacan, el objeto del fantasma está referido al deseo. No toma hasta ahí la vivificación que produce el significante.

Es el gran momento del falo, el falo como significante. Demuestra la equivalencia de la significantización del goce, con una cadena significante inconsciente cuyo vocabulario estaría constituido por la pulsión. La significación realiza la trayectoria del goce a la castración. Ahí, la satisfacción es la satisfacción del deseo.

Hay todavía otra satisfacción, la de la metonimia, que representa al deseo en tanto que circula como el significado bajo el significante. De ahí, el trabajo del análisis consiste en deshacer las identificaciones fálicas que traban el curso libre del deseo.

En la práctica con niños, afirma Miller que cuando el síntoma del niño proviene de la articulación de la pareja padre-madre, está ya plenamente articulado con la metáfora paterna, plenamente atrapado en una serie de sustituciones y por consiguiente las intervenciones del analista pueden hacer que el goce se desplace en la cadena metonímica. Pasar de un significante a otro que lo sustituye es la forma en que el análisis va haciendo que se ceda algo de goce. Goce que condensan los significantes amos a los que el sujeto se aliena.

El matema $◊D es un momento capital de la significantización del goce, ya que re transcribe la pulsión en términos simbólicos. Las pulsiones se estructuran en términos de lenguaje, son capaces de metonimia, de sustitución y de combinación y se escriben a partir del sujeto simbólico, de la demanda. La regresión se piensa como retorno a los significantes en que quedó atrapada la demanda.

El poder de significantización lo tiene el lenguaje, que obstaculiza el goce. El significante mata la cosa. Es una operación indispensable para la práctica del psicoanálisis (por lo menos en la neurosis). Si hay significantización del goce, hay significación fálica, castración, demanda articulada en significantes, que permiten que la pulsión vaya del goce a la castración, el deseo circula entre los significantes, se arma un fantasma.

Dónde está el goce? Repartido entre deseo y fantasma. Deseo significado de la demanda inconsciente y la pulsión como demanda inconsciente en posición significante. El goce no es otra cosa que el deseo, muerto. El fantasma comporta la vida, pero de qué modo?

No hay fantasma (escenario) que no sea asimilable a una cadena significante, por eso la fórmula $◊a, donde la imagen en función significante (objeto a que concentra lo libidinal de lo viviente) es articulada con el sujeto simbólico (un ser de muerte). Esta escritura permanecerá mucho tiempo en su enseñanza como señal de la conexión entre lo simbólico y lo libidinal, que es incluso lo que determinará durante un largo período el centramiento de la cura en el fantasma como el punto nodal donde se concentran lo imaginario y lo simbólico, un punto de basta esencial de ambos registros.

Todo eso permite la práctica, pero con eso sólo no alcanza para dar cuenta de toda la práctica. Se trabaja solo en el terreno del sentido. Se interpreta el deseo. Se trabaja con el fantasma. Los analistas no podemos tragarnos el anzuelo. Si se trabaja solo en este sentido se corre el riesgo del deslizamiento interminable. Con los “malabarismos significantes”, puede quedar afuera lo real.

En esta línea es pertinente citar a J.C. Indart, quien recuerda que por años y años, desde el '80, el asunto era ir al fantasma. “Nuestro interés por la vacilación del fantasma y por el atravesamiento del fantasma no era dejar a la gente sin fantasma, sino liberar al neurótico del empleo del fantasma para defenderse de que no hay Otro. Nos lo enseñó Lacan y nos dijo que al neurótico el fantasma no le sirve prácticamente para nada en términos pulsionales, como satisfacción de goce, pero le sirve para negar la castración del Otro. Es en ese sentido que la “vacilación” del fantasma era un dato muy importante, que había que saber manejar, que iba en la línea de lo que se espera de un análisis para ir más allá de la defensa que es fabricarse un Otro del Otro”.


Referencias bibliográficas:

Miller, J.-A., “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica”. Paidós, 2003

Miller, J.-A., “El niño entre la mujer y la madre”, Virtualia #13, 2005

Indart, J.C., “Noche preparatoria de las Jornadas Anuales de la EOL. Vacilación -Realización del fantasma”

Torres, M., “Cada uno encuentra su solución: Amor, deseo y goce”, Grama, 2012

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