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Satisfacción, pulsión y goce

Guillermina Carlomagno*


Este año nos abocamos a abordar los 6 paradigmas del goce de Miller, desconocido por mi hasta ese entonces, siguiendo la propuesta de Marcela, tanto como para enriquecer la formación de la sección con el ciclo de enseñanzas lacanianas, como para responder a tantos interrogantes de actualidad que nos atraviesan. De ahí que mi pregunta se formula en torno a la satisfacción, ¿Siempre que hay satisfacción hay goce? ¿Qué se satisface? ¿Dónde?

Resumir a Lacan, sabemos, es imposible, y no es lo que Miller pretende hacer tampoco, pero sí logra condensar y mostrar en algunas páginas los cambios o transformaciones claves para su lectura. Encontramos entonces bien delimitado en un primer momento la disyunción entre lo Simbólico y lo Imaginario. ¿Dónde ubica la satisfacción? Encarnando esta misma disyunción. Por un lado, ubica que “la satisfacción esencial debe ser encontrada en la comunicación misma, en el otorgamiento de sentido”. Por el otro lado, distingue claramente que, “frente a este imperio de la satisfacción simbólica, permanece la satisfacción imaginaria. La libido tendrá un estatuto imaginario, junto a la formula freudiana del yo como reservorio pulsional.” Aquí, la satisfacción imaginaria es el goce.

Segundo movimiento de la enseñanza, La significantización del goce, donde referirá que “todos los términos que anteriormente fueron vertidos en la categoría de lo imaginario son retomados y articulados con lo simbólico”. Ubica la pulsión estructurada en términos de lenguaje, capaz de metonimia, de sustitución y de combinación. Re transcribe la pulsión en términos simbólicos. En el Ser y el Uno ubicara el estatuto de la pulsión como enunciado. El goce es pasado al significante y la libido abrochada al mismo. ¿Dónde está la satisfacción? “Es la satisfacción del deseo”, los modos de satisfacción están ligados a los significantes del deseo.

Dentro del tercer paradigma Miller ubica Das Ding como el goce asignado a lo real, la satisfacción, dirá, la verdadera, la pulsional, no se encuentra ni en lo imaginario ni en lo simbólico, es del orden de lo real. De allí las barreras simbólica e imaginaria para contener el goce real, al cual se accede por forzamiento.

Considero importante destacar, siguiendo a Miller, la oposición entre libido transcripta como deseo, que figura entre los significantes y la libido como das Ding. La pulsión en la primera esta ordenada en la cadena significante, la pulsión es cadena. Agregará en el cuarto paradigma: recorre las zonas erógenas del cuerpo; y el goce como tal queda por fuera del significante, por fuera de los bordes. No bordea ningún vacío como lo rodea la pulsión.

Encontramos aquí el problema de la localización que obliga a realizar la distinción de goces: un goce que se experimenta fuera de cuerpo y un goce que se siente en el cuerpo. No es la única distinción por supuesto, encontramos también, en el tercer paradigma, que Miller describe al goce dentro de los cánones de “bueno” – en la dimensión del placer- y “malo” –los excesos que conlleva el goce. Sería entonces, un goce “sin excesos”, donde el placer aparece como límite y un goce “con excesos”, que apunta a la ruptura de lo Imaginario. El goce engloba las dos caras: placer y malestar - podríamos decir. Por el lado de la satisfacción del placer podemos aprehenderlo sin problemas. En la otra vertiente, también hay satisfacción y es en el malestar, en el dolor. Es lo que Freud estudió como Masoquismo erógeno.

Afirmamos entonces que siempre que hay satisfacción hay goce. Podríamos delimitar la satisfacción en tres vertientes: satisfacción pulsional, satisfacción sexual y una Otra satisfacción. La pregunta sería entonces por los distintos goces para la satisfacción, donde distinguimos goce fálico, recortado por las zonas erógenas y, por lo tanto, fuera de cuerpo. Y goce del Otro (J A), entendido como goce en el cuerpo (el cuerpo es el Otro) que se sitúa entre lo Imaginario y lo Real, no tiene localización porque es en todo el cuerpo. Esta ultima distinción realizada queda planteada para mi como un interrogante a profundizar.

Por último, quedará por abordar la cuestión de la pulsión. En el Seminario 11 Lacan insiste con que la pulsión estructuralmente es pulsión de muerte. ¿Es goce fálico el que se satisface en la pulsión de muerte? Una breve viñera del consultorio: Una paciente anoréxica, entre consultas con médicos, nutricionistas y otros espacios de intento de cifrado de goce, en una sesión confiesa “No sé si me quiero curar”, como una manera de decir, no sé si quiero renunciar a mi goce. Me invita a pensar cómo involucrar el cuerpo, ¿cómo ubicar la pulsión de muerte en la anorexia? ¿Qué variantes del goce se satisfacen? ¿Qué pasa con la pulsión de vida? ¿Dónde podemos ubicarla hoy?


*miembro del cartel Los seis paradigma del goce

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