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Una pregunta a... Alejandra Sosa Escalada*

*Participante EOL Sección Rosario



Cuadrado con circulos concéntricos - Vasili Kandinski (1913)


¿Qué incidencia le parece que ha tenido en la clínica el paradigma 1?


Por un lado me resulta complicado pensar la clínica solamente a partir de este paradigma, que el motor del análisis sea lo simbólico sin tener en cuenta el goce del cuerpo y el hecho de que el significante introduce goce. Por otro lado, en estos tiempos que corren, lo complicado es, a veces, hacer entrar lo simbólico en una cura. Que eso que me pasa quiere decir algo.

En un primer momento de la enseñanza de Lacan, lo simbólico es considerado como la dimensión eminente de la experiencia analítica. A través de lo simbólico se llegaba a elaborar y liberar y así curar los síntomas. Es el inconsciente estructurado como un lenguaje, como discurso del Otro. El análisis consiste en recorrer ese discurso. En desplegarlo, en desentrañarlo. El inconsciente es como un receptáculo de un mensaje con una significación sexual que de alguna manera tiene que aparecer.

¿Qué tipo de interpretación podemos pensar que se hace a partir de este paradigma?

En los comienzos el análisis era un juego de lectura, de desciframiento, y la función del analista era guiar la lectura. La interpretación tenía que ver con lo simbólico.

En “Donc”, Miller dice que admitimos a alguien en análisis cuando pensamos que la potencia patógena de la causa del síntoma puede desaparecer una vez que dicha causa es revelada, enunciada explícitamente. La causa del síntoma es un enunciado en la medida en que subsiste al sujeto sin poder ser formulado. El inconsciente es esta suposición de que hay síntomas cuya causa es un enunciado que no puede ser formulado. Cuando se libera el sentido, se produce una satisfacción.

Lo imaginario era un estorbo al desciframiento. La transferencia era considerada imaginaria y por ende un obstáculo. En este paradigma la libido tiene estatuto imaginario. No procede del lenguaje. Aparece en un momento de estancamiento de lo simbólico, de ruptura de la cadena.

Pensaba en la formación del analista para que este pueda operar para que el analizante pueda tener una relación con su inconsciente. De que eso que le pasa quiere decir algo. Que la relación analítica no quede atrapada en el eje imaginario, del yo. De la sugestión, de una reeducación, de corregir al paciente, de la identificación con el analista.

Que el analista no opere desde su propio fantasma.

Que opere desde una función que permita que el analizante sea capaz de producir significantes que él mismo no domina.

En la relación analítica los dos sujetos no son equivalentes, puesto que el analista escucha, puntúa, interpreta y decide el sentido. En este momento el deseo de reconocimiento es considerado el deseo más profundo del sujeto. Del lado del Otro, es la validación del sentido, que termina en el reconocimiento. El analista en la posición de Otro de la demanda.

Pensando la clínica actual, donde proliferan los objetos, lo imaginario, el culto a la imagen, a las soluciones rápidas, del derecho a la felicidad, de que uno tiene total control sobre sí mismo. ¿Cómo se puede operar para que el que nos viene a consultar no espere que le demos una “solución”? sino que se pueda preguntar sobre lo que le pasa y que eso quiere decir algo y que consienta a un trabajo analítico. Todo un trabajo en momentos donde hay proliferación del goce y la palabra está degradada.

A pesar de que hoy en día la clínica está orientada hacía lo real, por el sinthome, de que el final de un análisis tiene que ver con un modo de gozar, no podemos dejar de tener presente este paradigma. Todos los momentos de la enseñanza de Lacan son importantes. Uno no borra a otro. Para poder llegar a un final, hay que pasar por lo simbólico.

Ir más allá del inconsciente, pero primero hacer entrar al inconsciente y a los significantes.

Bibliografía:” Donc . La lógica de la cura” Jacques-Alain Miller.

“Cómo orientarse en la clínica?” UFORCA.


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