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Una pregunta a.... Raúl Vera Barros

Raúl Vera Barros. Miembro de la EOL y de la AMP



The Ambassadors (1533) Hans Holbein


¿Qué incidencia le parece que ha tenido en la clínica el paradigma IV ¿El goce normal”?

También llamado por J.-A. Miller, en el curso sobre “La experiencia de lo Real en la cura psicoanalítica”, “paradigma del goce fragmentado”, se ubica desde el Seminario 11 y va aproximadamente de 1964 a 1970.

La incidencia en la clínica no es tanto histórica, ya que la enseñanza de Lacan en su movimiento topológico se desarrolla en un continuo y tiene efectos en los tiempos de la apropiación de la escuela y sus escansiones, como las de los encuentros internacionales.

No obstante podemos intentar deslindar incidencias propias de este “fotograma” del movimiento de su enseñanza en nuestra clínica de la orientación lacaniana.

Brevemente señalo algunos puntos:

-Se trata de un paradigma de integración, es decir, que el significante y el goce vuelve a una integración, y esto gracias al goce pulsional, un goce normal del recorrido de la pulsión. La pérdida aquí es remitida a lo natural, es decir, a la parte del viviente que se pierde en la reproducción sexual humana. Me parece podríamos considerar que en la clínica juega entonces ya no el traspaso de los últimos límites ni la masividad de la Cosa, como en el tercer paradigma, el del goce imposible, sino el funcionamiento de un automatismo que incluye la dimensión del encuentro como Tyché, como contingencia, y que recorta el objeto a.

-el juego de los mecanismos de alienación y separación resultan en una recuperación del objeto perdido libidinal. La separación responde al vacío de representación que la conjunción de identificación y represión producen del lado de la alienación. Ya no se trataría entonces en la clínica de un real heroico, trágico, sino del objeto perdido, en su irrisión, y su recuperación.

-el inconciente es caracterizado aquí como un borde que se abre y cierra en una pulsación temporal, y que es así homogéneo a la zona erógena pulsional. No se trataría entonces ya de la eternidad trágica sino de un vaivén, una temporalidad que va más allá del significante, que abarca también a lo pulsional, y que incide en la posición del analista, como presencia que forma parte del síntoma, considerado éste en su vertiente de satisfacción, es decir, de goce.

-el objeto a implica una fragmentación, una elementarización de la Cosa, y media entre el Otro y la Cosa, por lo que aparece como un elemento operativo de la clínica misma, que el analista introduce en el análisis con su presencia.

Para concluir, me parece que Lacan enseña algo de estas incidencias en la clínica en el ejemplo que toma a partir de un libro de Nümberg, The will of recovery (S11, pag. 144). Le parece pertinente hablar no de cura sino de recovery, es decir, restauración, retorno. El ejemplo clínico es el de alguien que recurre al analista para pedirle algo que él llama salud, cuando sabemos que su síntoma está hecho para procurarle ciertas satisfacciones. El análisis ofrecería un buen refugio a cierto paciente para restablecer la paz de su hogar cuando ha tenido tropiezos en su función sexual o se le presenta algo de deseo extramarital, mientras que se ve a las claras, dice Lacan, “que desea, en forma de una suspensión provisoria de su presencia en la casa, lo contrario de lo que vino a proponer como objetivo principal de su análisis –no la restitución de su hogar sino su ruptura”.-

21 de septiembre de 2020.-

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